Los defensores de la ecología profunda consideran que el
mundo no existe como un recurso libremente explotable por los humanos. La ética
de la ecología profunda sostiene que todo es superior a cualquiera de sus
partes. Se proponen ocho puntos o principios que ayudan a comprender su
posición:
1.- El bienestar y florecimiento de toda vida humana y no humana
sobre la tierra tienen un valor en sí mismos (valor intrínseco). Estos valores
son independientes de la utilidad que proporcione el mundo no-humano a los
fines humanos.
2.- La riqueza y diversidad de formas de vida contribuyen a la
realización de estos valores, y a su vez son valores en sí mismos.
3.- La humanidad no tiene derecho a reducir esta riqueza y
diversidad excepto para satisfacer sus necesidades vitales básicas.
4.- El desarrollo de la vida humana y de su cultura es
compatible con un sustancial decrecimiento de la población humana actual. El
desarrollo libre de la vida no-humana requiere necesariamente ese
decrecimiento.
5.- La interferencia actual del hombre en el mundo natural
no-humano es excesiva, y la situación está empeorando rápidamente.
6.- Por tanto las políticas actuales han de ser cambiadas. Estas
políticas afectarán a la economía básica, a la tecnología y a las estructuras
ideológicas. Los temas resultantes de estas políticas serán muy diferentes a
los actuales.
7.- El cambio ideológico está principalmente relacionado en
apreciar la calidad de la vida muy por encima del intento de conseguir para sí
un mayor nivel de vida basado en el consumo desmedido y la acumulación material
de bienes. Existirá una profunda conciencia de la deferencia entre grande
(cantidad) y grandioso (cualidad).
8.- Aquellos que suscriban estos puntos tienen la obligación de,
directa o indirectamente, intentar aplicar los cambios necesarios.
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